El Internet de las Cosas (Internet of things o IoT en inglés) se ha convertido en los últimos años en un tema de interés creciente dado su potencial para impactar de modo radical nuestro modo de vida en un futuro no tan lejano. Pero ¿qué es exactamente el Internet de las cosas?
En la actualidad, la conexión de alta velocidad a Internet se está convirtiendo en un elemento disponible casi de manera universal en el mundo desarrollado y su coste no ha parado de disminuir año tras año. Al mismo tiempo la tecnología también está evolucionando de manera vertiginosa permitiendo crear dispositivos cada vez más pequeños con conectividad incorporada de una manera muy económica. Esto está creando el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo del Internet de las cosas.
Pero entonces… ¿qué es el Internet de las cosas?
Básicamente el Internet de las Cosas es la extensión de la conexión a Internet a cualquier aparato, más allá de ordenadores, teléfonos o tablets de la actualidad. Esto incluye objetos cotidianos como un lavavajillas o un aire acondicionado, mobiliario urbano (farolas, paradas de autobús), componentes de maquinaria (ruedas de coche, motores). En definitiva, todo aquello que genere algún tipo de dato monitorizable es un objetivo para el desarrollo del Internet de las Cosas.
El objetivo final es que Internet ya no sea solo una red que conecte personas sino que conecte a personas con cosas y a cosas con cosas. El lema es «Cualquier cosa que se pueda conectar, estará conectada».
¿Por qué conectar todo?
La mejor manera de entender la razón de ser del Internet de las cosas es poner ejemplos de cómo su aplicación podría ayudarnos en nuestra vida diaría.
El Internet de las cosas en la vida doméstica:
Imagina, por ejemplo, cajas de medicamentos con un chip incorporado que te manda un mensaje a tu teléfono cada vez que es hora de tomar tu medicación. O un sensor de apagado y encendido en cada aparato que nos permite asegurarnos que no nos hemos dejado encendido ningún aparato en casa que no debería, como por ejemplo la plancha o el horno. O un sensor en cada planta de nuestra casa que nos avisa cuando necesitan ser regadas.
El Internet de las cosas en la vida urbana:
Imagina un sensor en cada papelera que avisa a los servicios de limpieza cada vez que necesita ser vaciada. O plazas de aparcamiento que emiten una señal cuando están libres de modo que podemos saber de un vistazo dónde está la más próxima. O farolas que emiten un nivel de luz mayor o menor dependiendo de la luz ambiental y de la meteorología.
Las aplicaciones de esta nueva etapa de la conectividad ya se están notando poco a poco. De hecho ya nos resulta familiar que nuestro smartphone monitorice nuestra actividad física o que nuestro termostato regule la temperatura de nuestra casa automáticamente. La llegada de nuevas aplicaciones del Internet de las Cosas es sólo una cuestión de tiempo.