La vigilancia de cámaras con reconocimiento facial ya es una realidad. Países como China, Rusia e incluso Alemania ya han puesto en marcha programas piloto. Sus sistemas que son capaces de reconocer en tiempo real a individuos a través de imágenes tomadas en la calle.
Reconocimiento facial para evaluar lo “buen ciudadano” que eres
En el caso chino, el objetivo último del nuevo sistema de vigilancia bautizado como “Ojos Afilados” sería el de asignar una puntuación social en base a lo “buen ciuadano” que cada individuo sea.
Para ello se están conectando las cámaras de seguridad públicas instaladas en carreteras, aeropuertos y centros comerciales con las de uso privado instaladas en comunidades de vecinos y domicilios particulares. El resultado final será un sistema nacional de vigilancia por reconocimiento facial con cientos de miles cámaras.
El sistema permitiría monitorizar los movimientos de sus 1,400 millones de ciudadanos y crear una vasta base de datos personales. Los datos que obtengan las cámaras se unirán al historial de compras por Internet, búsquedas online y perfiles en redes sociales. Con todo ello se trazará un perfil detallado de las actividades de cada ciudadano.
Un programa ya en marcha permite vigilar a individuos en Xianjiang, una de las regiones más inestables del país. El objetivo es detectar a aquellos que se alejan más de 300 metros de sus domicilios.
La razón más empleada para justificar la puesta en marcha de este tipo de sistemas es precisamente la seguridad.
Reconocimiento facial al servicio de la policía rusa
El ayuntamiento de Moscú está usando tecnología de una empresa llamada NTechLab asociada a sus más de 160,000 cámaras. El sistema cubre el 95% de las entradas de edificios y coteja las caras con una base de datos policial. De este modo son capaces pueden detectar sospechosos y realizar seguimientos sin la intervención de agentes.
Las autoridades citan también la seguridad ciudadana como justificación de este tipo de sistemas de vigilancia.
Prueba de identificación de sospechosos en el metro de Berlín
El ministerio del Interior alemán está realizando una prueba de reconocimiento facial en la estación de Berlin Südkreuz. Sus cámaras toman imágenes de viajeros que descienden las escaleras y las cotejan con una base de datos de sospechosos.
El propósito del programa por parte del ministerio y la policía es el de determinar la fiabilidad de este tipo de sistemas a la hora de identificar sospechosos de delitos, especialmente de terrorismo.
“En más del 70% de los casos, hemos identificado a las personas que buscábamos,” declaró el ministro del interior alemán, Thomas de Maiziere, respondiendo a las críticas sobre lo poco fiable del sistema. “Es un buen número -mejor que una prueba similar 10 años atrás. Esta prueba ha sido criticada por miedo a los falsos positivos. El porcentaje de este tipo de errores es inferior al 1%.”
En la prueba, 300 voluntarios que pasan habitualmente por la estación proporcionaron fotos y se prestaron a servir de conejillos de indias para determinar la precisión del sistema. Las pruebas continuarán hasta julio de 2018.
De Maiziere ha anunciado que si los resultados son satisfactorios, este tipo de sistemas se instalarán en estaciones de tren y aeropuertos. Tambiéne se llevará a cabo cualquier reforma legislativa necesaria para acomodarlos.
La tecnología no es infalible y los propósitos no son siempre claros
La tecnología de reconocimiento facial no es infalible y los sistemas están plagados de falsos positivos. Esto, en la práctica, se puede traducir en ciudadanos acusados de delitos que no han cometido. La confianza ciega en el algoritmo y la falta de garantías legales abre la puerta a muchos abusos.
Los propósitos de la vigilancia no son siempre claros, el más lógico es la seguridad. Sin embargo, al tratarse de un sistema que permite trazar un perfil tan detallado de las actividades de los ciudadanos, sus usos pueden ir mucho más allá. La vigilancia por reconocimiento facial podría convertirse en un instrumento de control de la vida privada de los ciudadanos.
Por su falibilidad y por los enormes poderes que brinda a quién lo gestiona, este tipo de sistemas suponen una importante amenaza a la privacidad de los ciudadanos. Tan sólo a través de una sólida legislación garantista se puede mantener un control de este tipo de iniciativas.